Realizar algún tipo de actividad
física y mantenerse activo aporta innumerables ventajas y reduce
considerablemente el riesgo de padecer enfermedades degenerativas como
hipertensión, infarto cerebral, enfermedades cardiovasculares u osteoporosis,
entre otras.
El ejercicio estimula la
formación ósea y disminuye la pérdida de hueso que se produce con el paso de
los años. De esta forma, practicar deporte durante la infancia y la
adolescencia puede aumentar la cantidad de masa ósea. En la edad adulta ayuda
a prevenir la osteoporosis y las fracturas de huesos vulnerables, sobre todo en
las mujeres.
Practicar ejercicio de forma
regular produce también sensación de bienestar. El deporte disminuye el estrés
y la ansiedad y mejora la autoestima. Además, facilita el gasto de energía
ayudando en la reducción de peso y en el mantenimiento de la masa muscular.
Es recomendable realizar entre 30
y 60 minutos diarios de cualquier tipo de actividad física aeróbica. Cada
persona debe buscar la actividad que le resulte más agradable y pueda practicar
a diario para evitar el abandono en poco tiempo.