Practicar ejercicio físico mejora
la memoria motora, que es aquella que se utiliza para aprender a realizar
actividades relacionadas con la coordinación. Así lo ha determinado un estudio
realizado por el neurocientífico Marc Roig en la Universidad de Copenhague en
Dinamarca.
La investigación sugiere que
realizar sesiones de actividad física mejora la eficacia de las terapias de
rehabilitación en pacientes que han sufrido un ictus o un accidente, sobre todo
si el ejercicio se realiza poco después de la rehabilitación. Del mismo modo,
la actividad física de niños y adolescentes ayuda a mejorar la enseñanza de
algunas materias en escuelas e institutos.
Aunque el estudio se centra en la
memoria motora, los investigadores no descartan que los efectos puedan ser los
mismos para otros tipos de memorias y aprendizajes. Según el doctor Marc Roig,
el reto se encuentra en determinar cuáles son los factores concretos que hacen
que el ejercicio aeróbico mejore la memoria. De esta forma se podrá elaborar,
en unos años, un programa de actividades que se adapte a las necesidades
particulares de cada persona.
La mejora en el rendimiento
intelectual y los beneficios cognitivos del ejercicio físico han sido probados
en numerosos estudios anteriores. Sobre todo se ha demostrado su eficacia en la
mejora de la capacidad de atención, la planificación de actividades compleja o
la velocidad con que el cerebro procesa la información. Además, los resultados
son positivos en cualquier edad, los niños mejoran su rendimiento académico y
los ancianos retrasan factores como el deterioro cognitivo.