Existen gran cantidad de estudios
científicos que han demostrado los beneficios que la práctica de ejercicio
físico aporta a la salud. Varios de ellos destacan que esta actividad, junto a
una dieta sana y la ausencia de tabaco, puede reducir la posibilidad de padecer
cáncer entre un 30 y un 50%.
Realizar ejercicio físico con
asiduidad ayuda a mantener un peso adecuado y a reducir la obesidad. Ambos
factores muy determinantes en la aparición de tumores como los de mama, colón o
próstata.
El deporte y la adquisición de
hábitos de vida saludables sirven también para complementar los tratamientos a
los que se someten los pacientes oncológicos. La actividad física adaptada a
las necesidades del enfermo puede aportar mejoras a nivel médico y a nivel
anímico.
El ejercicio físico aporta mayor
resistencia física, mejora la autoestima y refuerza la autoconfianza. Algo muy
positivo durante el proceso de recuperación de estas enfermedades.